Hoy jugamos Universalis.
Éramos 4 jugadores, con Gorsh como “jugador alfa” enseñando de a pasos.
Fue una sesión extraña. Algo bueno es que en el grupo nos conocemos bastante, y de alguna manera todo va encajando cuando se crea ambientación en conjunto. Terminamos con ciencia ficción, una nave colonizadora, un grupo de caballeros hospitalarios, razas extrañas (un tenet era “no humanos”), un asteroide prisión tomado por anarquistas (otro tenet temático era “punk”), y un supuesto traidor en la nave antes mencionada. Una avería en la computadora central de la nave y un desembarco hacia el planeta prisión.
Si, nada extremadamente original, pero estábamos bastante ocupados encajándonos en esa cubetera de permisos y responsabilidades que exige Universalis. Gorsh nos llevó bien con las reglas, de a poco, y las mecánicas fueron “mostrándose” de a pasos. Creando conflictos, tirando los dados, buscando la extraña matemática que tiene el recurso de las fichas donde van y bienen como limitador, pero sin faltar nunca excepto en situaciones extremas.
La inmersión funciona, digan lo que digan. Cuando uno crea un personaje y se lo adueña, uno comienza a hablar en primera persona, comienza a tratarlo como “su personaje.” Y luego en el turno de otro jugador, este se apodera del personaje, y listo, ya es suyo, y uno quizá está tirando los dados en contra de ese mismo personaje que creó pero sin remordimientos.
En un principio comenzamos a dar pinceladas a la ambientación. Pablo y Cecilia estaban muy contentos con eso. Pero yo quería meternos de lleno en la historia (que aun no existía) Entonces comencé a detallar, a agregar cosas más específicas, hasta que Gorsh creó el primer personaje y escena y todo siguió su camino.
Algo que noté es que disfruté mucho la exploración de la situación. Me refiero a que como sucede eso de que todos los elementos cambian de manos constantemente, me encontré esperando siempre saber qué habrá al doblar la esquina. Las riendas del juego no estaban en poder de nadie, y al mismo tiempo de todos. Y yo en un momento apoyaba a un bando, y luego interpretaba a otro, y eso lo disfruté mucho.
Gorsh, en cambio, tenía otra actitud diferente. Él instintivamente se creó un boceto de historia. Nosotros nos dimos cuenta, e intentamos sabotearlo amablemente. Pero de alguna manera él necesitó tomar partido, cosa que hizo. Entonces durante sus escenas o su turno siempre “trabajaba” para un bando particular en la ficción, y el resto nos enfrentábamos según la situación. Creo que Pablo fue quien tomó la posta más fuertemente, mientras que Cecilia y yo nos ocupábamos de beneficiar a uno y otro bando según la situación particular.
Es un juego muy interesante, y creo que lo explotamos en un nivel básico. Creamos reglas tanto sociales como mecánicas, mantuvimos una coherencia narrativa cuando la bola empezó a girar, y en especial todos la pasamos muy bien. Terminamos charlando de experimentos como el usar Universalis pero simulando una sesión de rol normal, con reglas como “cada jugador es dueño de un personaje.”
Ay sí, somos unos locos bárbaros.
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